Ángela (Maribel Verdú) vuelve a Madrid para despedir a su padre en su lecho de muerte, pero llega demasiado tarde. La pareja del difunto, Charo (Blanca Portillo), recibe a Ángela y a su hijo, Guille, con la mala noticia. Pero ésta sólo es una de muchas. Leo acabó con todo lo que había ganado gracias a un local de billares y se endeudó hasta las cejas. No hay dinero ni para pagar un entierro digno. Ahora Ángela deberá decidir si renuncia a todo, pufos incluidos, o si se queda con todo, pufos incluidos. Cuando regresa a Vigo, la ciudad a la que había huido de joven, descubre que su marido está envuelto en asuntos turbios. Nada la retiene más en esa ciudad y decide volver a Madrid para reabrir el negocio junto a Charo.
La película es una historia que se sujeta en dos columnas principales, el guión y sus actrices, se centra principalmente en las relaciones de ambas protagonistas, a través de unos diálogos realistas perfectamente trabajados, de ellas Blanca Portillo destaca por encima de todo, ganando protagonismo conforme la historia avanza, devorando pantalla con cada aparición. Pero no sólo las protagonistas están bien, los actores masculinos también lo hacen genial, a destacar a Víctor Valdivia y Jesús Castejón.
La historia no es nada del otro mundo, no aporta nada especial, de hecho incluso la mayoría de los personajes secundarios son los típicos, copias de copias, pero la forma en que se narra la historia, como se van desenredando los secretos, la forma natural en que todo surge, es lo que te gana.
Querejeta lo ha vuelto a hacer, ha logrado otra vez que una película con un tema nada novedoso sea una absoluta delicia, tiene sus defectos, y a veces es bastante previsible, pero está tan bien llevada, que el producto final entra con un ritmo envidiable hasta el último minuto. Aunque tal vez debo admitir que su anterior obra “Héctor” me pareció bastante superior.
Aún así vale la pena echarle un vistazo.
Puntuación 7
La película es una historia que se sujeta en dos columnas principales, el guión y sus actrices, se centra principalmente en las relaciones de ambas protagonistas, a través de unos diálogos realistas perfectamente trabajados, de ellas Blanca Portillo destaca por encima de todo, ganando protagonismo conforme la historia avanza, devorando pantalla con cada aparición. Pero no sólo las protagonistas están bien, los actores masculinos también lo hacen genial, a destacar a Víctor Valdivia y Jesús Castejón.
La historia no es nada del otro mundo, no aporta nada especial, de hecho incluso la mayoría de los personajes secundarios son los típicos, copias de copias, pero la forma en que se narra la historia, como se van desenredando los secretos, la forma natural en que todo surge, es lo que te gana.
Querejeta lo ha vuelto a hacer, ha logrado otra vez que una película con un tema nada novedoso sea una absoluta delicia, tiene sus defectos, y a veces es bastante previsible, pero está tan bien llevada, que el producto final entra con un ritmo envidiable hasta el último minuto. Aunque tal vez debo admitir que su anterior obra “Héctor” me pareció bastante superior.
Aún así vale la pena echarle un vistazo.
Puntuación 7
1 comentario:
Por una vez, y no te acostumbres mucho, estoy completamente de acuerdo contigo.Se debería ver.BMil.
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