Jacob lleva años exiliado en la India, ha rehecho su vida ahí y se encarga de un orfanato que acoge a 50 niños de la calle, sin embargo pese a su lucha, no logra financiación suficiente para conseguir mantenerlo a flote. Su última esperanza reside en Jorgen, un hombre de negocios danés que está considerando ciertas instituciones a las que donar dinero. Jacob a pesar de haberse prometido a sí mismo que no volvería nunca a Europa se ve obligado a ir, allí se reencontrará con un pasado que creía olvidado.
La película es un drama bastante intenso con tonos de comedia comedida. Toma como excusa una celebración para poder destapar los trapos sucios de la familia y sembrar la semilla de la discordia, pero no hay que engañarse, la celebración no dura apenas tiempo en la pantalla, lo importante es la historia que se va a desarrollar durante el resto del metraje. Su punto fuerte son los sentimientos, aquí la directora Susanne Bier sabe emplear perfectamente el uso de las miradas, los sentimientos ocultos, la química de los personajes, para crear una historia realmente interesante, llegando a superar la barrera de ser por momentos tremendamente previsible, la película tiene algo especial, un toque de misterio-amor-pasado que nos va a mantener interesados en todo momento, las dos horas que dura realmente dan para mucho, y tiene algún que otro momento de una belleza increíble, los diálogos están realmente bien cuidados y la historia logra entretener.
Y ¿por qué no aburre siendo como he dicho tremendamente previsible? Pues entre otras cosas por el trabajo coral de los actores, todos están realmente perfectos, Mads Mikkelsen (Jacob) logra dar lo mejor de sí, en un papel completamente opuesto a su anterior papel en “Casino Royale”, Sidse Babett Knudsen sabe darle el contrapunto necesario para hacer fluir la película.
Puntuación 7
1 comentario:
Maldita peli, la vi hace un mes y no me la quito de la cabeza. Será previsible, pero tiene algo esa historia que hace que la vuelva a ver una y otra vez, como un bucle. La interpretación de la hija me ha enternecido hasta el tuétano......que manera de llorar y derramar sensibilidad a chorros sin asomo alguna de sensibleria pastelera. Chapeau por Susanne Bier y que le den a su maestro el idolatrado Lars Von Trier
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