


El último día, nos levantamos temprano y pasamos gran parte de la mañana solos tirados en la piscina del hotel (hasta casi las 12 la gente no empezaba a salir de las habitaciones XD), y a eso de las 11:30 nos fuimos al Spa del hotel a hacer el circuito de hidroterapia, donde estuvimos exactamente 2 horas entre agua fría, caliente, chorros a presión y las dos saunas.
Como yo aún tenía ganas de playa, y JR quería ir a alguna de las famosas de arena blanca nos compramos un par de bocatas para dirigirnos a las playas de Corralero, donde nos refugiamos en una “corralita” que había libre a tomar el sol, sin que el viento nos molestara, lo único malo es que toda la costa tenía bandera roja y pasamos de bañarnos…


Por la noche cenamos en un restaurante megaescondido que se conocía Fernando, y terminamos nuevamente en el bar de los irlandeses.
Al día siguiente a primera hora nos volvimos a Las Palmas, en un viaje de lo más tranquilo al principio, y de lo más asqueroso hacia el final, en el que el barco no paró de moverse, dejándome el estomago de lo más revuelto, menos mal que pude dormir un poco.
La verdad es que no creo que vuelva a Fuerteventura, no le encuentro el intríngulis de ir a otra isla para tener más o menos lo mismo que uno tiene aquí, aunque también es verdad que si no llega a ser porque tenía la excusa de ir a ver a Silvia tampoco creo que hubiese ido, de hecho tengo bastante familia viviendo ahí, y nunca he acompañado a mi madre las veces que me ha instado a ir con ella.
Pos eso